miércoles, 15 de abril de 2015

Porque la música es buena para matemáticas

Diversos estudios científicos han demostrado que la música, y más concretamente el aprender a tocar un instrumento, desarrolla la atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol y la sensibilidad. Además favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y contribuye al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotor físico y neurológico.
En concreto, el doctor Martin F. Gardiner, director de la Escuela de Música de Providence (Rhode Island, EE.UU) publicó un artículo en el que afirma que una educación musical y artística especialmente diseñada puede contribuir a mejoras espectaculares en otros campos de aprendizaje, como la lectura y en particular las matemáticas. En este artículo que publicaba El País, cuentan como en este experimento con niños de entre 5 y 7 años y en solo 7 meses aquellos alumnos que habían tenido malos resultados en la etapa preescolar y habían estado aprendiendo música, logran igualar la capacidad de lectura de los más aventajados y mejoraron su actitud y comportamiento y lo más sorprendente de todo lograban superarles en matemáticas.
Y es que, como afirma  Iñigo Pirfano en su libro La Inteligencia Musical (Ed. Plataforma Editorial, 2013) “Los expertos en neurofisiología explican que la música es un ejercicio en el que participa todo el cerebro… demuestra por otra parte la importancia fundamental de la música, puesto que involucra, de manera admirable, a todos los elementos de nuestra mente y les hace entablar un diálogo: al hemisferio izquierdo con el derecho; requiere el concurso de la lógica y de la razón, pero también de los sentimientos.”
Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espaciotemporal.
Asimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. Todo lo anterior se traduce en lo siguiente: la música  provoca:
  • Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.
  • Mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
  • Es una manera de expresarse.
  • Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el aprendizaje.
  • Brinda la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
  • Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
  • Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
  • Provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
  • Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.

Por desgracia, en nuestro sistema educativo la enseñanza musical es, en general, pobre y no va más allá de aprender a tocar la flauta y leer algunas notas en el pentagrama..



Para todos aquellos que no somos músicos, ni conocemos en detalle las grandes obras, pero que nos gustaría descubrirles a nuestros hijos ese universo increíble que es la música, la única manera que encontramos son las escuelas de música.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produce un proceso de renovación pedagógica, provocando la aparición de numerosos métodos de enseñanzas. Este movimiento fue  general en todas las materias, por lo que numerosos pedagogos musicales se cuestionaron la forma tradicional de enseñar la música. Defendieron que la educación musical debía realizarse en las escuelas, en un ambiente de juego y confianza, desarrollando la creatividad. Así han ido surgiendo algunos métodos activos, así denominados por favorecer la participación del niño, que logran el conocimiento teórico a partir de la experimentación y la ciencia musical.

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